Me encontraba cansado de vivir en un mundo teorético, donde mi relación más personal siempre estaba subyugada a la razón, a un ideal, a un pensamiento causal; donde mis goces más primarios se volvían continuamente hacia mí preguntándome por qué. Invertía en vano caricias y besos, incapaz de sentir la ternura de otro cuerpo porque, inevitablemente, el roce, la calidez, la estima estaban al servicio de la literatura, el cine o la filosofía.
Mi visión obtusa. Otra vez el rencor hacia lo ajeno camuflando mi apasionado egoísmo.
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on martes, 3 de marzo de 2009
at 13:58
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